sábado, 7 de enero de 2012

Inlucidez

Inlucidez

Suficiente en materia de amor es tragar palabras, es saber que no importan los años que pases siempre vuelves al mismo sitio con esta lucha de amor que no se acaba. Es entender que hay amores que tienen todo el potencial de ser el amor de la historia pero que por el hecho de merecerlo, no se les garantiza de inmediato que los sean. Y ahí es cuando el amor se complica, cuando juega a ni contigo ni sin ti.

Amor, ¿cómo te digo que para mí lo único que es suficiente es tu silencio a mi lado? Los segundos se pasan solos, tu compañía me amarra y me derrite el alma, que por las noches duermo sin pena, y que cuando te abrazo a la despedida, arranca una arritmia preciosa en mi corazón por volverte a ver. Hay un infarto en mi pecho que lleva tu nombre. Real fue entender que yo mismo permití durante todos estos años que este amor haya sido más grande que yo. Fui víctima de una gran historia de amor.

Real también fue esa sensación que con los años añejé de rehusarme a todo dar a renunciar a ella. Si cierro los ojos era ella y al despertar seguía siendo ella. Viví con la fe de que si estábamos juntos lo suficiente, un día ella lo vería tal y como lo hacía yo. Apostaba el alma a que a ella le pasaba igual. Esa fue mi realidad, la que nunca tuve el coraje de decírsela de frente.

Suficiente fue cuando supe que los días de intensidad que teníamos eran sus mejores momentos de “lucidez” y que quise poner así: -lucidez-, porque entendí que eran tan escasos y efímeros que esta ironía tenía que salir de alguna identidad oculta de su esencia como mujer. Que errado estaba yo. Ella era la inlúcida a diario y la otra, de la que yo me enamoré, no era más una dosis inestable de lo que un día, lucidez y su potencial podrían llegar a ser. Sin embargo ahí estaba yo, despertando con el sabor amargo de unos años que malgasté esperando lo que en realidad no llegó.

Estoy cansado de querer excavar por estos escasos y hasta míseros momentos. El amor ni se pide ni se mendiga. Creo en la grandeza de un amor, soy el trampolín de los saltos de fe pero este círculo me tiene en un vaivén de soberbia y cobardía. Ahí fue que comprendí lo que era suficiente al amar. Pero cuando hablamos de realidad, hablamos de entender que en muestras de amor puro, lo importante no es creer si somos o no somos los indicados, es comprender de una manera totalmente libre y espontánea dentro de nosotros mismos que nuestra sonrisa nace con la felicidad de la inlúcida otra persona. Mirando desde dentro entendí que hasta que ella no se embarque a la realidad todo esto es temporal. Tremenda inestabilidad. Lo que nos trae de vuelta al inicio.

Suficiente es que yo hoy decida por tensión y ansiedad, por esa felicidad que me trae amarte, por la promesa que te hice de que siempre iba a estar para ti, que ya este amor no va ser cuando yo quiera, si no cuando tu corazón maneje la libertad necesaria para disfrutar esta entrega. En infarto o en tu boca sé que estamos cerca del final, donde todo empieza.

David Mella

1ero. De diciembre, 2011

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