miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ella

"Ella y yo tuvimos buenos momentos, tuvimos diálogos y sueños, tuvimos citas y canciones, tuvimos sexo con amor, sexo con magia, sexo con sangre y locura. Quizá quiera negar aquel tiempo pero voy a estar aquí recordando que le enseñé a mover estrellas, a leer escritores cojonudos, a entender lo que nuestros ojos no ven, lo que no zumba, las criaturas de oscuro aire. Ella me enseñó a saber y eso al menos es cierto. Ella es esquiva, silenciosa, con heridas antiguas. Debes amarla con cuidado, puede ponerse fría y dura como un sapo de yeso, puede guardarse en sí misma como un caracol resentido."

- Efraím Medina Reyes.

viernes, 17 de junio de 2011

Me declaro incompetente (la última carta)

Existen personas que no quieren ser felices? Este es un extracto de un cuento que estoy escribiendo y que aún no publico. Por eso verán que no es firmado por mí y que quien les escribe no es más que el narrador de esta obra.

“De todo mal que te hice me arrepiento y te pido perdón. Si, Paula… te he hecho daño. He hecho hasta lo imposible por enseñarte las maravillas de la vida, me he ido a los rincones más remotos de los recuerdos de alegría que tengo de ti para recrearlos y que los disfrutes obteniendo a cambio solo el trago amargo del fracaso al cuadrado. Pero hay algo que tengo muy claro: Esta guerra nunca ha sido mía.

De lo único que soy culpable Paula, es de entregarte amor puro y sin miedo pero me declaro totalmente inocente del aguacero torrencial que moja tu corazón todos los días. Por más que te arregles, estas rota desde dentro y haces un esfuerzo admirable por tragártelo y ocultarlo. Admirable. Tu misma cocinaste y preparaste esta lluvia y hoy te quejas del diluvio. Irónico. Duele más saber que tú llegaste hasta aquí por tu propia cuenta y que con el mismo esfuerzo sobre el que construiste esta farsa de ti que los demás aprueban y quieren es la misma hipocresía que hoy juega en tu contra. Te declaraste nula a la autenticidad.

Lo peor de ti Paula, es que has hecho todo este proceso de manera consciente. Sabes que lo que haces es inestable, que te hace mal, que te envenena por completa y que cada día la salida se hace más oscura y aun sigues ahí excavando más profundo buscando saciar una curiosidad malsana que lo único que hace repetir este círculo vicioso una y otra vez…una y otra vez. Me atrevo a decir que tienes una necesidad de estar mal. Toda la vida le has huido a la verdad a tal punto que cuando no quieres encarar el presente lo cambias por uno nuevo sin pensar en los sentimientos y vidas que vas dejando atrás. Eres injusta contigo y con tu pasado.

Y hablando de ti Paula, eres la mujer que más cerca me ha tenido. Yo soy el hombre que más cerca ha estado de ti y ambos nos hemos virado esa cercanía siendo los dos, las personas que más se han alejado uno del otro. Sin embargo, aquí estamos plasmando otro intento fallido de mostrarte felicidad, por generar un abrazo sincero desde tu alma a tu corazón. Buscando la forma de que te reconcilies contigo. Aprendí a la fuerza a dejarte sola, cosa que de paso admito que soy bastante malo en ello. Pero hay algo que tengo muy claro: yo no tengo razones para quedarme tomando consciencia del daño que me haces. No me has dado siquiera una razón para hacerlo (Aunque estoy seguro que no estás en un momento lucido de decidir, debes entender que yo me quiero y se dónde soy bienvenido)

Quiero que sepas que yo llego hasta aquí Paula. Tú puedes ser feliz, mereces ser feliz, pero no quieres ser feliz. Nunca es más oscura la noche que cuando va a amanecer pero ya no estoy seguro de que quieras que amanezca. Me voy, no soporto tu mundo. Recuerda que esta es tu decisión y que esto es lo que has querido. Voy a apagar las luces, a recoger mi amor y me marcho de tu corazón. Sé que la niña quinceañera dentro de ti me despedirá con un abrazo fuerte de esos que tantos te gustan.”

Perdóname mi niña. Un beso,

Sebastián.

viernes, 4 de febrero de 2011

De intensidad, olvidos y momentos

Hoy, alguien me quiso pedir de manera errónea que olvidara la intensidad del amor que un día sentí por una mujer. Independientemente de la forma como era esa relación y sobre todo la persona por la sentí ese mar de sentimientos al final haya sido buena o mala conmigo, me parece un insulto a los dos olvidar la intensidad y su magnitud. Aquí el dolor solo es un recordatorio de humanidad y esta carta es un aclaratorio a la virtud de querer recordar.

De intensidad, olvidos y momentos sé muy poco, pero sí sé que es imposible controlar los sentimientos, que nunca se van, y que se manifiestan a flor de piel. Poca gente sabe lo que pide cuando dice que recuerde sin poner el corazón, pero ¿a dónde se van los olores, las siluetas, los perfumes, la respiración? Es como si me pidieran que me enamore por el hecho de tener a alguien al lado sin llamar por su nombre a cada corazón. Me disculpan, eso no es amor, son aves de turno, amores de paso donde el sentimiento no amanece contigo. Cuando el amor muere, lo que queda claro es que se apaga el deseo. Yo no quiero estar con ella, pero lo que me queda de ese amor, lo bonito; apagarlo, guardarlo, tirarlo por la borda, me parece un insulto mi inteligencia.

El amor entre tres es un fallo, no existe. Es por esto, que necesariamente, al final, alguien tiene que perder. Esta es la misma razón por la que los amores cobardes, los que no llegan al cielo, se justifican en una moral banal por miedo al qué dirán. Muchas relaciones pagan siempre la consecuencia de un problema de elección y la vida lo cobra con intereses en la mayoría de los casos con el precio de nuestra felicidad. De olvidarla, hace rato que la olvidé. Pero no me pidan que renuncie al amor. Es absurdo desperdiciar un sentimiento latente por estar aferrados a una moral barata que no acepta victorias por venganza. Es una injusticia para los tres.

De intensidad, olvidos y momentos sé muy poco, pero sí sé que hay personas que sienten un amor tan grande y verdadero que simplemente les cuesta dosificarlo para que otra persona, que ellos consideran correcta en su problema de elección, no sepa manejar ese torrente de energía y simplemente se vaya apagando con ella, dos corazones y dejando exhausto al amor. Esta vez, iré contra la corriente y aceptaré que ella tiene que rehacer sus convicciones respecto al amor y que yo he sido muchas cosas en su vida. Sin buscar culpables me atrevo a decir que esto no tiene nada que ver conmigo. He sido su constelación, su jardín, su mirada y su paz. Su más grande anhelo que le han prohibido. De intensidad, olvidos y momentos no sé corazón, pero estoy más que seguro que he sido un golpe tajante a tu moral.

David Mella/1.02.11

lunes, 31 de enero de 2011

¿Que hay después del amor?

Irrealidad. Desconocer los espacios, tergiversar situaciones. Uno se acerca lentamente y de manera espontánea a un abismo oscuro y hace un esfuerzo notable por permanecer allí. Viviendo una y otra vez cosas que no pasaron, no pasaron de esa manera o simplemente no pasaron. Existe un interés manipulado de ansiedad de tragarse las mentiras y volverlas parte de una historia de amor mal contada. Alguien tiene que ser el culpable.

Recuerdos. ¿Quién tuvo la culpa? No sé si te sueño de día y te pienso de noche. Uno de los dos tuvo que tomar una decisión, pero por más que cierras los ojos no logras ver cuál era y no consigues una razón que te permita sentirte cómoda con ella. Empieza un juego mental entre la irrealidad, los recuerdos y la paranoia. Jaque. Despacito, comienzas a envolver emociones tratando de ser sutil con tu alma. Tiene que haber una respuesta clara a todo esto.

Recuerdos de recuerdos. El resultado de ir despacio con tu alma te traiciona y la tranquilidad virtual que habías obtenido de recordar quien tenía la culpa y la satisfacción lograda de haber por fin encontrado esa razón que te permitirá cerrar los ojos esta noche ahora se transforma en una taza de resignación. Una dosis de drama a una confusión barata donde alguien pierde y alguien gana sin cabida a negociación. Ver personas que no estuvieron, abrazos que sellaban despedidas, besos que intentaban salvar lo perdido son algunos ejemplos de estos intentos fallidos de recordar un recuerdo. Lo que hay después del amor parece ser agotador.

Después del amor hay que caer. El alma y el corazón deben ser capaces, casi como dos entes autónomos de dar un salto de fe. Es en esta caída libre, donde te vas dando cuenta que aun con todo lo que has irrealizado, recordado y recordar que recordaste aún existe una herida latente que no termina de suturar. Aun no has vuelto a ver a esa persona, no te has llenado los ojos de realidad. Lo que hay después del amor solo es real cuando eres capaz de ver esa persona una y otra vez, una y otra vez sin tener que pasar por este proceso desde su etapa inicial. Nos gusta desafiar nuestro proceso con ese reencuentro para entender de manera tangible si lo que existe dentro es odio o perdón sin cabida a negociación. Hay que volver a tomar una decisión.

Hay amores que simplemente renuncian al amor, hay amores que prefieren parar de soñar, algunos amores deciden vivir de ilusiones, otros desayunar mentiras pero pocos amores se permiten tomarse un tiempo para vivir un proceso de desintoxicación, un pacto de alivio a la razón que busca desprender el presente de la zozobra de entender un pasado fabricado de mil formas para hacernos daño que inventamos por la incoherencia natural de querer entender en vez de aceptar. No pienses de más.

Lo que hay después de un amor, de una relación, es la magnífica expresión del ser humano que busca tratar de impregnar, con la ayuda del tiempo, cantidades racionales de recuerdos verdaderos acompañados de deseos enardecidos de manifestar en almohadas, compromisos inigualables que sin importar su duración, van a enriquecer la oportunidad de morir y contar nuestras vidas. Al final, muy final, lo que existe después del amor, siempre será más amor.

David Mella/30.01.11