miércoles, 31 de marzo de 2010

Sangra...pero no duele.

Estoy aferrado a una historia de amor que no he vivido, a unos besos esparcidos por las noches que ya se fueron. Estoy soñando con magia, pidiendo deseos al alba de saciar esta sed que me quema por dentro. Admito que no se esperar, que quiero justicia con la verdad y la quiero ahora. Estoy viviendo momentos de un después, donde estará el vacio del ahora?

El ahora se murió junto con mi alma de envenenamiento por ansiedad. Murieron porque no supieron adherirse a la sociedad, ser un pez más en el océano de la vida. He permitido que el silencio me arrope despacio y me queme por dentro. Será que aun existes dentro de mi? Murmullo en silencio que quiero salir, que no quiero que estés, a veces te pienso, pero otras veces te beso en el tiempo. Y si me aferro al pasado, cuando estaré listo para llenar la copa del ahora?

Ya no quiero tener más la razón. Por primera vez en la vida quisiera estar equivocado. Quiero gritarle al mundo que mi paranoia no es más que una formula matadora de veneno y lujuria, que mi imaginación no es más que una prostituta celosa que no guarda luto. En el amor todos sabemos que el alma siempre le indicará al corazón hasta donde llegar, que nadie mas tuvo la culpa. Ahí no hay espacio para la muerte y sus amigos: paranoia e imaginación. En ese punto ya no vale la pena ni reciclar la venganza.

Brindo por el desamor. Por las realidades fabricadas a conveniencias, por los besos sin sentido, los orgasmos fingidos, el adulterio sin base, por el sexo con blusa. Por los minutos que nos cuestan la vida, por actuar sin pensar, por las murallas de apariencia para fabricar mundos de fantasía. Por la incoherencia, por las veces que fue el segundo, por el tiempo que no estuve, por la noche de hoy y la del miércoles también.

Aun muerta, el alma me sangra como un aborto. Silente, no duele. Como aquel té de ojos canela que bebí del jardín, hace tanto que ya ni me acuerdo. Nunca comprendí su olor, disfruté hasta el último sorbo, pero siempre sin pensar en su sabor….amargo en la última milla de la garganta.

Ay alma! Que Dios y el karma se encarguen de darle justicia a tu corazón. A mi se me olvidó coser, ya no se suturar tu herida, se me olvidó el camino a casa y mucho menos me acuerdo del hospital. Sé que todavía puedo verte en tu tumba, se que todavía puedo hablarte, besarte pero siempre con el cristal que dividirá lo que fui y lo que seré. Sé que tengo tiempo y está a mi favor. Los días no son más que una cuenta regresiva de la libertad a partir de ahora. Asi es como se llena esta copa.

David Mella

31 de marzo, 2010.

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