Puedo jurar que la ví, o su silueta, o su sombra, o el aire que dejaba atrás, o su aroma formando su silueta, o copos de polvo que levantó... No sé.
No estoy loco. Lo juro. Los nincofordios que belandaban me lo sorripetearon en las ojiardabas y son mis testigos... La ví.
Estaba en las cosas pequeñas: en las cerezas, en los granos de arroz, en el azúcar, en la punta de un alfiler, en una molécula, en un quark.
Estaba en las cosas etéreas: en lo astral, en lo onírico, en lo amorfo, lo ideal. Navegando los ríos metafísicos de Oliveira, cual Maga...
Entonces abrí los ojos y no la ví más.
Mario Doñé
12 de Julio del año 2012
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