sábado, 25 de agosto de 2012

inCómico

Me enamoré de tu inmortalidad, de tu capacidad de volar, de que si abrías demasiado los ojos lanzabas rayos laser. Me gustaba apagar la luz de la habitación y verte brillar en la oscuridad. Tenías aliento de hielo, supervelocidad. Una vez te vi malabarear bolas de fuego sin sudar...

Las mujeres fluorescentes son escasas, así como las que vuelan y las inmortales. No se imaginan los velos metafísicos que hay que cortar para hallarlas, la cantidad de macrocosmos a navegar, demiplanos que crear, sumergirse en cada uno de los 7 infiernos, explorar las infinitas capas del abismo.

Hay que graduarse de oniromante. 
Desplomar las paredes de lo físico. 
Jugarte la salud mental. 
Arriesgarte a perderte y no volverte a encontrar.

Mario Doñé
25 de Agosto del año 2012

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